En el Perú, como en otros países de América del Sur, ocurren incendios forestales de gran magnitud a raíz de la falta de lluvias por el cambio climático y prácticas agrícolas ancestrales, como la quema de pastizales buscando ampliar la frontera agrícola.
En Brasil el humo llega a Sao Paulo, Río de Janeiro y Brasilia; en Paraguay la temperatura alcanza los 45 grados; en Ecuador 20 incendios se desarrollan en Guayaquil; en Bolivia 4 millones hectáreas son afectadas; en el Perú se habla de 220 incendios forestales en 22 regiones como Amazonas, Cajamarca y Madre de Dios.
Según organismos brasileños, en lo que va del año se han producido 350 mil incendios forestales en América del Sur, mientras que el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) alertó porque estos incendios podrían prolongarse hasta noviembre.
Hay alrededor de 20 fallecidos y más de 2000 damnificados mientras la población. Los bomberos y efectivos del Ejército enfrentan esta emergencia sin medios ni equipos adecuados, pese a que los Gobiernos regionales y sociedad piden la declaratoria de emergencia no solo para enfrentar los incendios, sino también la disminución del nivel de ríos que dificulta la comunicación.
Este Estado liberal es absolutamente ineficiente para enfrentar problemas de magnitud y tampoco está interesado en solucionar los problemas de las mayorías ni de los sectores verdaderamente necesitados, mientras apoya lobbies de universidades cuasi fantasmas o libera de culpas a criminales de lesa humanidad. Este es el Estado liberal que necesitamos trabajar para cambiar porque tenemos derecho y aspiraciones por un Estado que brinde a todos los ciudadanos servicios indispensables de calidad, así como derecho a un trabajo digno. Es un reto y debemos estar a la altura del mismo.