El reciente debate televisivo español entre los candidatos del Partido Popular, el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, y del Partido Socialista Obrero Español, su secretario general, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, ha revelado que las ofensas y los vituperios son preferidos por los partidos políticos y sus líderes con tal de obtener votos mirando los resultados, como sucede en España, cuyas elecciones serán el próximo domingo 20 de diciembre. En esa ocasión, más de 36.5 millones de españoles deberán renovar 350 escaños del Congreso de los Diputados y otros 208 del Senado, de las Cortes Generales. Madrid ha comenzado lentamente a salir de la crisis que generó una diáspora de mucha mano de obra calificada por diversas partes del mundo que llega a más de 2.1 millones, la mayoría hacia América Latina, seducidos por la facilidad del idioma, siendo en el Perú unos 24 mil. En la península ibérica, los temas políticos más sensibles son las pensiones, la corrupción y la economía, de allí que frente a cámaras y sin reparos Sánchez le dijo a Rajoy: “Usted no es una persona decente”, y este le lanzó un sablazo verbal replicándole: “Es usted ruin, mezquino y miserable”. Los políticos son capaces de cualquier cosa para alcanzar el poder, y eso no es bueno. En el Perú, donde la campaña también ha comenzado, algunos de los principales candidatos ven en el insulto una eficaz estrategia para el resultado que buscan. Aquí, en España y en muchísimas partes del mundo, la clase política no conoce de axiología gubernativa y se ampara en que el poder no tiene moral. Falso, pues existe el universal imperio social de la moral política.