La caída de Guido Bellido no es otra cosa que la continuación del acomodo de fuerzas dentro de la izquierda que empezó el mismo día del nombramiento del primer gabinete del gobierno de Castillo, cuando prácticamente “desembarcaban en el altar” a Pedro Francke y a Aníbal Torres de los ministerios prometidos a los caviares de Economía y Justicia. Reacomodo que continuó con el cambio del premier Béjar. Después con el hecho de que Ciro Galvez, exministro de Cultura, osara dejar fuera de una delegación de escritores peruanos para una feria editorial en México a un grupete de escritores caviarones bien relacionados. Y que anoche, con la salida de Bellido, no hace sino confirmar que el backstage del gobierno está más que caliente y el broncón entre izquierdistas radicales-tradicionales e izquierdistas caviares está marcando el mismo nivel de intensidad que el de King Kong contra Godzilla.

Lo cierto es que, de cada uno de estos infightings entre ambas izquierdas, los caviares parecen terminar más fortalecidos. Y así, poco a poco, las huestes de Verónika Mendoza, una candidata que volvió a ser revolcada en las últimas elecciones presidenciales quedando quinta. sin duda, en su trenzada con Vladimir Cerrón, viene ganando. Claro que cuenta con el apoyo de los medios y de esa parte de la derecha mercantilista tradicional, que comparte con los caviares el deprecio por el hecho de que Cerrones y Bellidos tengan tan a la mano los altos cargos públicos que consideraban reservados a sus izquierdistas de buen ver y con apellidos de buen decir. Por ahora alcanza para calmar los nervios de las derechas. Pero lo concreto es que doña Vero poco a poco se está engullendo completito el Ejecutivo. Y como ella tiene mejores relaciones con el Legislativo, será más funcional para sacar adelante lo mismo que quiere Castillo como agenda central. Eso sí, con ella fortalecida, sus huestes se mantendrán en el Gobierno. Cuando la derecha liberal reaccione, si lo hace, será muy tarde. Ojalá que no.