El hombre como ser social por naturaleza no asume como destino de su vida permanecer en un solo lugar para siempre. Es una cuestión asociada a su natural impulso antropológico pensando en el bienestar de los suyos y en el propio; sin embargo, las personas también emigran y no precisamente por disfrute, negocios o aventura.
Esa realidad es la que pasó a los más de 3 millones de peruanos que dejaron el territorio nacional, la inmensa mayoría durante los aciagos años ochenta y parte de los noventa, en que el terrorismo y la grave crisis económica arreciaron en el Perú. Es verdad de que no hemos sido los únicos que presentamos uno de los cuadros migratorios más relevantes de las últimas décadas.
También pasó, por ejemplo, a las poblaciones que huyen de los conflictos como en los últimos años en Siria, o en Afganistán, donde la violencia interna se convierte en una regla por su evidente fractura tribal. Es verdad que en el marco de la ONU, luego de efectuar un mapeo y un diagnóstico de las causas de la migración internacional, la Asamblea General emitió en el 2000 la Resolución 55/93 que, considerando esta realidad que pasó a convertirse en un serio fenómeno social internacional, le dio prioridad, declarando el Día Internacional del Migrante.
En eco de esta relevancia planetaria por los migrantes es que el Perú valorando a nuestros miles de connacionales que dejaron su modus vivendi, declaró que el 18 de octubre como hoy, se conmemora el Día de los peruanos en el exterior. Se trata de un reconocimiento a aquellos peruanos que lo dejaron todo, llenos de esperanzas y en medio de la vulnerabilidad y también de la soledad.
Precisamente, entre los compatriotas que se preocuparon por organizar e integrar a las comunidades de connacionales fuera del país, debemos relievar en esta especial efeméride, la pionera y extraordinaria obra del tacneño Julio Salazar Moscoso, la leyenda viva de los peruanos en el exterior, por cuya gesta, preocupación y persistencia por décadas, se ha conseguido los dos referidos escaños para la representación de los peruanos en el exterior, sin duda su mayor mérito y de trascendental impacto bicentenario.
