El fracaso de la izquierda en todas sus variantes en sus desesperados intentos para sabotear la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) que se llevó a cabo en Lima hace unos días, ha dejado en claro que la gente en la calles no es tonta y que sabe muy bien que los que pusieron al Perú en manos de un inepto y corrupto como Pedro Castillo, no tienen ninguna autoridad para venir a decir qué es lo que se debe hacer para tratar de sacar adelante a nuestro país.
Además, el oportunismo de quienes se han valido del drama de los peruanos extorsionados, sean transportistas, bodegueros, emprendedores y demás, para levantar sus banderas políticas en medio de una campaña electoral que ya empezó, ha sido grotesco. Ante el descrédito que arrastra la izquierda castillista, cerronista, chavista y hasta filosenderista, y la falta de propuestas sin demagogia que la gente ya no cree, han buscado colarse en los reclamos para tratar de hacer estallar lo poco de institucionalidad que nos queda.
Los pedidos de vacar a la actual mandataria, cerrar el Congreso de impresentables que tenemos, convocar a elecciones adelantadas cuando los comicios del 2026 están a menos de año y medio, llamar a una asamblea constituyente y liberar a Castillo preso en la Diroes, nada tienen que ver con exigir seguridad y acciones decididas contra la delincuencia en las calles de parte de un gobierno que ojalá hoy mismo cambie al ministro del Interior, Juan Santiváñez, más dedicado a tapar sus escándalos que a trabajar contra la violencia callejera.
Pero el fracaso en sus movilizaciones no se ha visto solo esta vez. Recordemos que la famosa marcha llamada “La toma de Lima” ya va por su cuarta o quinta versión y hasta el momento, para bien del país, nada de esto ha pasado a mayores, salvo el grave problema en el tránsito vehicular que ocasionan en Lima, especialmente en el Centro, estos llamados a las calles que algunos hacen desde la comodidad de sus casas, oficinas, cafés favoritos o el extranjero, sin que jamás se les vea pisando la cancha ni oliendo gas lacrimógeno.
Si quiere ganar votos, la izquierda va a tener que cambiar de estrategia, pues en las calles ya no convocan a nadie a pesar de que según las encuestas, el gobierno de la señora Boluarte tiene el rechazo del 90% de los peruanos. Es evidente que hay descontento y que la ciudadano quisiera cambios, pero es claro también que ese mismo ciudadano no se va a dejar llevar de las narices por quienes ya han fracasado y además traen propuestas de terror como para llevarnos a pesadillas como las que padecen Venezuela y Cuba.