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Ningún demócrata del mundo, y en especial de América Latina, debería permanecer indiferente ante los atropellos que se viven en Nicaragua, donde la fiera dictadura de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo ha comenzado a allanar medios de comunicación y detener a periodistas críticos del régimen, que ha convertido a dicho país en una segunda Venezuela.

Estas acciones absolutamente ilegales vienen siendo cometidas por la Policía y paramilitares leales al Gobierno, que desde hace varios años ha copado con incondicionales y parientes los poderes públicos, lo que permite a Ortega y compañía hacer lo que les da la gana e imponer su “revolución” a punta de arbitrariedades.

El último atropello ha sido cometido contra el canal 100% Noticias, el cual fue allanado el vienes último. Su director, Miguel Mora, y cuatro trabajadores más fueron detenidos de manera arbitraria y llevados ante el Poder Judicial bajo cargos de instigar a la violencia. El régimen no ha dado una explicación coherente sobre estos hechos.

Días atrás, las turbas de Ortega irrumpieron en los medios que dirige Carlos Fernando Chamorro, hijo de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, en un intento por acallar las críticas a la brutal dictadura que se ha adueñado de ese país centroamericano desde el 2007, lo que dejó en claro que el Gobierno se quitó la careta para pasar a mostrarse ante el mundo como un régimen totalitario, una situación que no se debería permitir.