Si ya desde 2021 la Comisión de Ética del Congreso servía de poco o nada, salvo para blindar a “niños” y “mochasueldos”, qué se puede esperar ahora que por obra y gracia de la mayoría de este Parlamento donde abundan los rabos de paja, el grupo ha ido a caer en manos del castillista Alex Paredes, del Bloque Magisterial, un experto en pasar por agua tibia graves denuncias contra sus colegas que hoy deben estar felices con que el “ángel guardián” de la moralidad en el Poder Legislativo sea este profesor arequipeño.

En esta edición de Correo mostramos con detalle cómo Paredes se ha mostrado en contra de sancionar a muchos de sus colegas metidos en escándalos. Ha protegido a acusados de plagio, de asistir a una fiesta que acabó con un fallecido en día de duelo, de vivir permanentemente en Miami estando en funciones y de quedarse con los haberes de sus trabajadores, entre otros. ¿Alguien cree que ahora desde su nueva posición va a ser implacable con los sinvergüenzas que tenemos en el Congreso? La respuesta en obvia.

Queda claro que a este Congreso no se le puede pedir mucho, luego de haber sido capaz de permitir que Waldemar Cerrón, del partido que llevó al poder a un inepto y corrupto como Pedro Castillo, el que quiso cerrar precisamente el Poder Legislativo a través de un golpe de Estado, sea parte por segundo año consecutivo de la Mesa Directiva. Sin embargo, tampoco han debido poner a Paredes en Ética, pues sin duda debieron buscar alguien con mejores antecedentes.

Los “niños”, “mochasueldos”, agresores de mujeres, viajeritos, investigados por terrorismo, parranderos y demás, deben estar muy felices con que el castillista Paredes, elegido originalmente por el partido de Vladimir Cerrón, esté al frente de la Comisión de Ética, un grupo de trabajo que en realidad no existiría si es que los peruanos supieran votar con conocimiento y responsabilidad, y pensando en su país y en su propio bienestar. De ser así, además, jamás hubieran elegido a Castillo.

Queda a la ciudadanía estar muy atenta con lo que vaya a suceder en Ética en los próximos meses, bajo el mandato del profesor Paredes, quien cree que los legisladores son objeto de una campaña de la prensa. Eso puede convertirse en una “lavandería”, donde los congresistas acusados de cualquier irregularidad acaben “limpios” luego que sus colegas pongan en práctica esas infames frases que dicen que “otorongo no come otorongo” y “hoy por ti, mañana por mí”.

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