Cuando meses atrás, durante el primer azote de la pandemia, dije a los sagaces periodistas peruanos Roberto Ramírez y Gerardo Reyna, en sucesivas, honrosas y distintas entrevistas, de que debíamos prepararnos frente al Covid-19 concibiendo la geopolítica de la vacuna, algunos se extrañaron de que vinculara ambos términos que incluso consideraban incompatibles y forzado.

Hoy, mirando los estragos que va dejando el coronavirus a su paso por el mundo -con rebrotes y el hallazgo de una nueva cepa del virus-, recién comienzan a mirar el problema desde la perspectiva geopolítica.

No era difícil suponer de que si la Organización Mundial de la Salud - OMS había declarado a la enfermedad en la dimensión de pandemia, lo más elemental era que debíamos asumir el problema planetariamente, y a partir de allí efectuar análisis sobre los efectos que iba produciendo en la humanidad, pero también respecto de la posición de los Estados dominados por las pugnas en la desesperada carrera por la vacuna.

La primera geopolítica, entonces, que saltó a la vista, fue a partir de la vulnerabilidad que iba ocasionando la pandemia en los 5 continentes, donde las condiciones de los países para enfrentarla eran penosamente inequitativas.

Ahora que ha comenzado la vacunación surge la geopolítica del poder por la vacuna pues la tendrán los países ricos y poderosos y como lo sospechamos, están adquiriendo por montones, consumando su inobjetable acaparamiento, a sabiendas de que la próxima producción será recién en 2022.

Los países pobres, como ha sido siempre en la historia económica de la humanidad, en lo inmediato no van a poder acceder a ellas, quedándoles el consuelo de fórmulas solidarias como Covax Facility, programa de la OMS para naciones con menos recursos en el mundo pero que destinará cantidades para una discreta porción de habitantes; además, la idea de que la vacuna sea accesible a todos los países del orbe y a precios justos y razonables, se ha desvanecido, y en ello ha contribuido la poca convicción de las diplomacias de los países pobres, como el Perú, para consagrar en el marco de la ONU a la vacuna como un bien público internacional. ¡No desprecien a la geopolítica!