Conocer nuestra historia es como tener un mapa para entender nuestro presente, no olvidar el pasado y construir un futuro mejor.
Al estudiar nuestro pasado, los peruanos desarrollamos un sentido de identidad y pertenencia que nos protege de manipulaciones y discursos engañosos.
Entonces, promover la enseñanza de la historia en las escuelas, institutos y universidades es una tarea fundamental y necesaria para formar ciudadanos críticos, capaces de discernir entre la verdad y la mentira, y así evitar caer en las trampas y las mil caras que presenta el populismo.
Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos escuchado hablar de “la utopía socialista inca” o de la “reivindicación campesina hecha por Velasco”? Incluso más recientemente nos hemos bombardeados por barrabasadas que aducen falacias como que “Alberto Fujimori creo el terrorismo” o que “la derecha gobierna el país hace 200 años”.
Si bien estas afirmaciones parecen graciosas, esto no es para reír, sino para tomar acción inmediata. Recordemos que fue el marxista Antonio Gramsci quien señaló la importancia de la batalla cultural en la historia, cultura y educación. Este espacio es el más importante para construir una realidad compartida.
Para lograr esto necesitamos un compromiso real de empresarios, políticos, académicos y ciudadanos para recuperar nuestra historia: desde la realidad del Incanato, la situación de nuestra independencia, el esfuerzo consolidador de la República hasta la realidad nacional actual. ¿Vamos a dejar que nos roben la historia y el futuro?