Si el año 2021 marcó cuatro triunfos de la izquierda en América Latina – Chile, Honduras, Nicaragua y Perú - para el 2022, vienen dos grandes contiendas en Colombia y en Brasil. Si ganan los favoritos, al menos hasta el día de hoy, la izquierda se anotará dos rutilantes triunfos más que pintarán casi totalmente de rojo el mapa ideológico de América Latina.

Aunque algunos analistas plantean que la joya de la corona para la izquierda sería Colombia, discrepo de esa posición. Para mí siempre será Brasil, por la envergadura del coloso del sur y por su pero económico y geo-político en la región. Incluso lo de Chile me parece mucho más significativo. Pero es cierto que un triunfo de la izquierda en la versión dura de Petro, en un país de una tradición moderada que se movía entre la social democracia y el conservadurismo, representa sin duda, un shock. Colombia completaría un eje sudamericano que hasta antes de la pandemia era roto por ese país, por Perú y por Chile. De hecho, la posible caída de Colombia en manos socialistas, le impone la partida de defunción a la Alianza del Pacífico, pues México hace rato que cayó en las turbulentas aguas de la “marea roja”. Por si no se recuerda.

En Brasil la cosa anda mal. Lula, el cuestionado y judicializado ex presidente socialista brasilero, está quedando libre para postular y lidera con amplitud las encuestas, duplicando prácticamente al actual presidente que va por la reelección. Por desgracia, los errores de Bolsonaro no le permitieron sostener su capital político, primero por su errado manejo de la pandemia, y segundo, por su narrativa excesivamente dura.

De aquí a que se den las elecciones en Colombia y Brasil faltan varios meses y esto es Latinoamérica. Pero no debe sorprender que la marea roja se transforme en tsunami. En realidad, la verdadera sorpresa sería que ocurriese lo contrario. Si las derechas latinoamericanas no lo entienden, no digan que no les avisaron.