Dejando en un segundo plano situaciones de coyuntura nacional- aunque suene excesivo- en las últimas semanas, una de las noticias que ha sido tendencia en plataformas y diversos medios de comunicación fue el conflicto de pareja entre la actriz Melissa Paredes y el futbolista Rodrigo Cuba. Tras unas imágenes emitidas en el programa “Magaly TV, la firme”, en las que se veía a la conductora en situaciones románticas con un bailarín, los esposos Cuba -Paredes desataron una serie de ataques, respuestas, desmentidos y acusaciones mutuas que tuvieron como principal escenario la televisión y las redes sociales.
Si los involucrados quisieron llevar a buen puerto un problema de índole personal, finalmente terminaron desbordados por lo que ellos mismos generaron. Y vaya como ejemplo para casos de la misma índole, ¿qué aporta subir videos en TikTok con mensajes subliminales a la pareja en cuestión? ¿De qué sirve difundir en Instagram como prueba de inocencia? ¿Eso ayuda a curar heridas o a aumentar el morbo? Den una leída a todos los comentarios que se generan con la publicación en plataformas de este escándalo para que se den cuenta de lo agresivos que son hombres y mujeres para calificar conductas ajenas.
Esa sensación de que todos los que están detrás de un teclado tienen el derecho de cuestionar y saber la verdad de gente que solo ha visto de pasada es un fenómeno de tiempos recientes y que se está convirtiendo en una peligrosa bola de nieve. Esas historias de buenos y villanos, donde todo o es blanco o negro, es una lectura muy elemental acerca de la vida en pareja y de seres humanos con virtudes y errores.
Por eso, compartir cada paso que das, presumir felicidad en redes, no es tan saludable y mucho menos en una sociedad cada vez menos empática. Aparentar que tu vida es un cuento de hadas y por dentro se derrumba no lleva a nada, y eso fue una constante en la vida de la pareja aludida. Ojalá y este mediático caso que podría parecer una jugada de una farándula excesiva que solo busca exposición, sirva para que otros no comentan los mismos errores, y sobre todo para no dañar a niños que tarde o temprano, ingresarán a esas mismas redes que usaron sus papás y leerán todo lo que allí se compartió.