Debería ser motivo de estudio el hecho de que mientras vemos frente a nuestras narices el drama de los venezolanos que tras 25 años de dictadura socialista buscan liberarse a como dé lugar de esa pesadilla, acá haya políticos de izquierda que pidan a los peruanos su voto con la finalidad de instaurar un régimen como el que ha fracasado en el país del llano, pues solo ha servido para llevar miseria, migración, corrupción, falta de libertades y el avasallamiento de la democracia.
Habría que ser muy “inocente”, por no usar otro término, como para pensar que esta gente que pide el voto de los peruanos en nombre de la “justicia social”, la democracia y el respeto a los derechos humanos, llegaría solo para quedarse cinco años e irse. ¿Por qué creen que sueñan con cambiar la Constitución, si no es para instaurar las reelecciones eternas, acabar con el equilibrio de poderes y meter la mano en las arcas del Estado para comprar adhesiones con populismo barato?
Así empezó en Venezuela Hugo Chávez, el que solo dejó el poder al morir en 2013. Ahora el encargado de seguir destruyendo ese país es Nicolás Maduro, a quien no hay forma de sacar. El chavismo está aplicando todo lo del manual de estos dictadores modernos que se escudan en las elecciones aparentemente democráticas, en la “lucha por las clases oprimidas” y la “dignidad del pueblo” frente al “imperialismo” y los “grupos de poder”. Esa historia ya es conocida por todos.
Si alguien cree que el socialismo que reina en Venezuela ha convertido a dicho país en un paraíso como el que nos ofrecen acá en cada campaña electoral, miremos a los costados, a alguno de los más de millón y medio de migrantes que han llegado en las peores condiciones huyendo de la miseria y la persecución política generadas por el chavismo que lleva 25 años en el poder. ¿O creen que esa gente está en el Perú porque le gusta el ceviche, el clima templado y la amabilidad de los peruanos?
Por ahora las marchas convocada por Verónika Mendoza y la izquierda chavista apenas han logrado convocar a cuatro gatos. Sus llamados a la “insurgencia” han sido más bien una tomadura de pelo, algo digno de humor. Sin embargo, si en algún momento los ciudadanos han votado por partidos como Perú Libre y por candidatos incendiarios como Pedro Castillo, las alarmas siempre deberían estar encendidas, pues la vocación suicida del elector peruano parece estar muy latente. Atentos con eso.