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El último viernes realicé una visita inopinada al Hospital María Auxiliadora, en San Juan de Miraflores. Allí pude constatar no solo sus grandes carencias, sino también la buena disposición de gran parte del personal que presta servicios en ese nosocomio a pesar de las limitaciones.

La historia del hospital explica mejor su actual situación. Inicialmente fue construido para ser un hospital materno infantil. Sin embargo, el devenir del tiempo y las grandes necesidades lo convirtieron en uno de múltiples especialidades, lo que generó que se constituya en el único referente hospitalario de la zona sur de la ciudad, atendiendo en la actualidad a más de 2 millones de personas.

Por ello, conversando con sus autoridades, constaté la necesidad y urgencia de que una nueva infraestructura reemplace a la actual, pues de esa forma se aseguraría no solo un servicio de calidad para los pacientes, sino también un uso eficiente de los recursos públicos que se destinarían a tal fin. En paralelo, es también vital que se mejoren los centros de salud periféricos a fin de que el grueso de la población no tenga que recurrir a este hospital por atenciones menores. Así se brindaría un servicio más especializado y eficiente.

Caso contrario, la falta de presupuesto, la carencia de espacio, la supervisión poco razonable y un largo etcétera generarán que los esfuerzos de sus autoridades y la valiosa inventiva de su personal sigan siendo insuficientes para brindar un servicio de salud adecuado que esté a la altura del que la ciudadanía espera. Es necesario que el Poder Ejecutivo asuma su responsabilidad para cambiar la actual realidad de este gran hospital.