Es evidente que el Ministerio Público debe ser reformado de pies a cabeza. Lo venimos afirmando incluso desde antes del escándalo de las declaraciones de Jaime Villanueva, pues la institución está politizada y carcomida por las rivalidades internas e infiltraciones de fuerzas oscuras, lo que se traduce, solo por citar un ejemplo, en la ineficacia en la lucha contra la corrupción.
El fiscal de la Nación interino, Juan Carlos Villena, se ha quejado de un proyecto aún no nato que plantea que desde el Congreso se haga esa reforma. Evidentemente esto no es positivo, tampoco que ese esfuerzo venga del Poder Ejecutivo o de una “junta de notables” que ya sabemos de qué universidad van a salir y cuál va a ser su postula política.
Lo mejor sería que estos necesarios cambios se hagan desde el propio Ministerio Público, pero si tenemos un fiscal de la Nación que en su mensaje al país no admite los gravísimos problemas de su institución y que existen fiscales supremos como Pablo Sánchez y Patricia Benavides que hace tiempo han tenido que ser enviados a su casa, ¿cómo impulsar una reforma en las actuales circunstancias.
En lugar de quejarse por una posible “intervención”, el fiscal Villena debería plantear soluciones para reformar el Ministerio Público, a fin de que nunca más haya magistrados como los que tenemos actualmente, que se dedican a cualquier cosa en lugar de investigar y meter presos a corruptos, asesinos y extorsionadores que se están riendo de todos los peruanos.