La muy lamentable muerte del primer vicepresidente del Congreso, Hernando “Nano” Guerra García, es una triste consecuencia de la realidad de la salud pública en muchas regiones del país, donde los ciudadanos no cuentan con la posibilidad de recibir atención médica oportuna ante la ocurrencia de una emergencia como la que le costó la vida al legislador fujimorista.
Una vez que sufrió una descompensación en la región Arequipa, el congresista Guerra García fue llevado a una posta médica, la que estaba cerrada. Luego de eso, fue trasladado a un nosocomio de Mollendo, donde se limitaron a certificar su deceso. Es evidente que de haber habido atención en el primero de estos lugares, no estaríamos quizá hablando de un fallecimiento.
Mucho se ha hablado de las debilidades del primer nivel de atención médica, que es la que se recibe en las postas. Se hizo mucho énfasis de este abandono durante la pandemia de COVID-19. Sin embargo, poco o nada se ha hecho para revertir esta dura realidad.
Casi no hay un ministro de Salud o gobernador regional que ofrezca reforzar el primer nivel de atención a la salud. Pero hasta el momento todo no pasa de las palabras y quizá las buenas intenciones, mientras día a día se mueren muchas personas. Es evidente que no hay voluntad de trabajar y hacer que todos los peruanos puedan contar con un médico en el momento en que lo necesiten.