La universidad del crimen: la cárcel. Esta frase popular engloba la problemática del sistema de reinserción a la sociedad que aplica a los internos de los penales, quienes, en un buen número, en lugar de mejorar su comportamiento se convierten en especialistas del submundo. ¿Acaso no se sabe que las celdas son bodegas delictivas, donde los chips, verduguillos, tragos y drogas llenan los recovecos mohosos?Considero que se debería evaluar el sistema que, supuestamente, readapta o recupera a los internos para que puedan convivir dentro del marco de la ley. Se nota que todo esto ha fracasado desde hace décadas, y tampoco sabemos el número de rehabilitados porque no contamos con indicadores reales. Lo único que es real es el hacinamiento en los penales, las coimas para el ingreso de objetos y el poco control de las llamadas extorsivas desde el penal.La presencia del presidente José Jerí en los penales es un acto simbólico para levantar el ánimo de los ciudadanos que ya no confían en que las autoridades brinden soluciones ante la creciente ola criminal. Pero, eso dura lo que la fotografía le permite si es que el jefe de Estado no cambia a esos actores que tienen el control de las cárceles. Porque las escuelas del crimen están en los pabellones de máxima seguridad, donde hasta ahora no hay posibilidad de restringir esas clases delictivas.Si continuamos hablando de los presos que se fugan de la propia cárcel y de los malos policías que cobran propinas para soltar a los intervenidos, la realidad de la inseguridad nunca va a cambiar. No solo con los mejores ánimos se efectúa un cambio del sistema, sino que hace falta un plan estratégico que replantee las acciones en los penales para no mantener a los maleantes ni potenciarlos en sus malas artes.

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