En los últimos días hemos visto a desadaptados, vándalos y delincuentes atacando a la propiedad pública y privada, y haciendo lo mismo contra policías y militares. Incluso vimos a una pobre excandidata al Congreso por Perú Libre arrojando pintura a quienes marchaban pacíficamente y a efectivos de la Policía Nacional. Son turbas que piden, entre otras cosas, una nueva Constitución.

En Correo nos preguntamos, ¿por qué el Perú tiene que someterse a los deseos de esta gente y aceptar la Carta Magna que nos quieren imponer? ¿Por qué la mayoría de peruanos que está en contra de la violencia y del fracaso de la izquierda en todo el mundo y a lo largo de la historia, tendría que aceptar lo que quieren tirapiedra y quemallantas?

No tienen los votos ni las herramientas legales para un cambio de Constitución. Por eso recurren a lo que mejor saben hacer: acciones violentas y chantajear a todo un país, al decirle: o me das lo que yo quiero o te incendio y paralizo a punta de bombas molotov y pedradas.

Además, ¿qué Constitución puede salir de la cabeza de quienes muestran como “argumento” de sus propuestas la quema de un carro de la Policía Nacional, la toma de un aeropuerto, las alabanzas a Evo Morales o la defensa de un golpista, corrupto e inepto como el presidiario Pedro Castillo, que llenó el Estado de ladrones y sinvergüenzas?


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