La política y la economía nacen para resolver pacíficamente la diferencias entre grupos humanos. Dejamos atras las guerras por recursos y territorios para darle paso a mejores tiempos en donde la humanidad reconoce que la paz trae progreso, mientras que la violencia sufrimiento y atraso. Si esta es la historia del mundo ¿Qué pasa en nuestro país y en Latinoamérica? ¿Por qué se ha normalizado la violencia como instrumento político? ¿Cómo es posible que la violencia extrema sea el camino para el bienestar de todos? Son muchas preguntas que vienen a mi mente cuando vemos en medios de comunicación y redes sociales a caviares y rojos justificar el asesinato de policías y civiles, la matanza de animales, el incendio de comisarías y fiscalías o la destrucción de aeropuertos y mercados. Es realmente vergonzoso que los responsables de la corrupción y de las desigualdades sociales sean quienes quieran decirnos que debemos tolerar la violencia para vivir en paz. La respuesta de todos los peruanos debe ser rechazar estos discursos, enfrentarlos sin miedo y exigir al Estado que actúe en favor del bien común, y cuando digo Estado me refiero al Gobierno, a los congresistas y las autoridades regionales y locales. Como país debemos reconocer que la pobreza existe, que el Estado no ha cumplido su rol por culpa de las mafias que lo han usado para beneficiarse, que la descentralización ha generado decenas de mafias que unen la corrupción, la minería ilegal, el tráfico de terrenos y otros crímenes. Este reconocimiento es necesario para empezar nuevamente, identificando quienes son los enemigos reales del Perú y enfrentándolos con toda la fuerza de la ley ¡La violencia no es el camino, es el problema!

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