El título del libro “La intervención del Perú en la controversia de las Islas Malvinas” del excongresista Víctor Andrés García Belaunde, no es el mejor. No existe una litis entre Argentina y el Reino Unido y mucho menos el Perú se constituyó en parte por intervención porque el caso nunca ha sido judicializado. Sobre su contenido no comento porque el buen Vitocho aún no me lo ha enviado. En la literatura oficial de Argentina y la ONU se refiere abrumadoramente “Cuestión” “Disputa” y hasta “Conflicto” o “Asunto” pero muy pocas veces a “Controversia”.

Aquí no podré diferenciarlas, pero no me imagino a la diplomacia bonaerense asumiéndolo como un problema stricto sensu de naturaleza jurídica tal como fue establecida una “controversia” por la Corte Permanente de Justicia Internacional en su fallo sobre las Concesiones Mavrommatis en Palestina entre Grecia y el Reino Unido (1924) al referirse como “una oposición de tesis o de planteamientos jurídicos”. Tampoco imagino a los diplomáticos del Palacio San Martín abriendo una ventana para que pudiera ser resuelta por la Corte Internacional de Justicia, el órgano judicial de la ONU.

Mantener una posesión ultramarina en pleno siglo XXI que desdeña a la fuerza del proceso de la descolonización del siglo XX, nunca será visto como litis sino como reclamo de soberanía porque jamás fue “Terra Nullius” (tierra de nadie), pues siempre fue de Argentina. En cuanto a la “intervención” del Perú precisemos que nuestro país jamás asumió esa condición jurídica que obliga a acatar los resultados de una sentencia conforme el Estatuto de la CIJ (Art. 62°) y su Reglamento (Art. 81° a 86°), todo ajeno al caso Malvinas. Participamos, sí, y debería referirse al rol del Perú que es distinto.