Más allá de la “coincidencia” entre la anunciada presentación del informe 2022 de Amnistía Internacional sobre derechos humanos en el LUM (Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social) y su cierre temporal por parte de la Municipalidad de Miraflores, por no contar con certificado de Inspección Técnica de Seguridad en Edificaciones (ITSE), lo sucedido ha generado gran suspicacia y reacción.
Mientras algunos aducen razones hostiles en contra del LUM por esta intervención y la califican de “abusiva” y “arbitraria”, o denuncian que la autoridad edil pretende acabar con la “memoria” de lo que la Comisión de la Verdad denominó “conflicto armado interno” y acusan a la derecha de generar un periodo “oscuro” en la sociedad, y otros tantos celebran el cierre y recomiendan trasferir el LUM a las fuerzas armadas para preservar la memoria “libre de ideologías”, nadie parece interesarse en la obligación del cumplimiento de la ley.
El Perú vivió entre los años 80/90 una masacre por parte de Sendero Luminoso, produciéndose la muerte de más de 70 mil personas: 70% por la acción directa de SL y de otras organizaciones y 30% atribuidas a las Fuerzas Armadas. La memoria de la tragedia y muerte de inocentes debe preservarse, qué duda cabe, pero sin tratar de atenuar las culpas de quienes iniciaron la violencia, trapeando el suelo con nuestra Constitución y democracia, y sin poner en el mismo nivel de responsabilidad la actuación de estas hordas y la de las fuerzas armadas, encargadas de proteger la integridad y seguridad nacional, condenando todo exceso por igual.
Ya en el año 2021, la Contraloría General de le Republica, a través de un informe del órgano de control del Ministerio de Cultura, advirtió que 53 de 56 museos no tenían Certificado ITSE. La pregunta es: ¿por qué el director del LUM -designado desde el 2018- no buscó solucionar esta “advertencia”, hasta hoy, máxime si como anuncia, visitan sus instalaciones más de 2 mil personas a la semana? No es poca cosa garantizar la seguridad e integridad de las personas. Decir que otros no cumplen la ley no nos hace inocentes y hay que pregonar con el ejemplo. Que la ley y su estricto cumplimiento nos acerque y nos obligue a escribir, juntos, el futuro de manera que entendamos que, cuando llueve, ¡llueve para todos! Hagamos las cosas bien.