Se termina el 2025, un año que nos dejó aprendizajes en el sector pesca; nos propuso desafíos, nos dejó metas cumplidas y tareas para el 2026. Tuvimos cosas buenas, malas y feas.

Lo bueno: dos temporadas de pesca de anchoveta en la zona centro norte del país que dinamizaron ese motor económico y social que es la pesca, superando los 4 millones de toneladas de desembarques en el año. Esto es producto de un trabajo articulado de todos los actores del sector pesquero: trabajadores, empresas, científicos y sector público. Ello de la mano de la ciencia como la clave de la gestión pesquera hacen que la biomasa de anchoveta sea saludable desde hace años y supere los 9.4 millones en promedio.

Además, este año con el Programa Armada de Hierro donamos 500 mil kilos de pescado a más de 20 mil ollas comunes y comedores populares que atendieron a más de 2 millones de personas en situación de vulnerabilidad en diferentes distritos del país. A todas esas mujeres lideres y luchadoras, mi reconocimiento por su labor y a su lado hemos ratificado nuestro compromiso para continuar trabajando juntos en 2026

Pero también estuvo lo malo. La variabilidad es una característica del sector, y así las condiciones oceanográficas entre mayo y julio cambiaron y no permitieron que cumplamos con el 100% de la cuota asignada para la primera temporada de pesca. Lo otro negativo la firma del Tratado de Alta mar (BBJN) por parte del Gobierno de la expresidente Boluarte al margen del dialogo con el sector privado.

Lo más feo: los ataques y campañas de desinformación contra el sector pesquero, las propuestas para ampliar el “Reinfo Pesquero” y el avance de la pesca ilegal que continúa ganando espacio.

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