Un buen inicio del año que empieza mañana, sería, sin duda, la pronta caída del putrefacto régimen chavista de Venezuela que hoy encabeza un acusado de narcotráfico como Nicolás Maduro, que sumado a los mandatos sucesivos y usurpados de Hugo Chávez, lleva 25 años en el poder y ha sido capaz de destruir un país rico en reservas de petróleo que ha visto salir de sus fronteras a casi 10 millones de personas que no han soportado la pobreza, el hambre y la falta de libertades.
Por ahora el tirano de turno se resiste a caer pese a la presión internacional que incluye la presencia de tropas estadounidenses en el Caribe, y esto tiene una explicación: el chavismo ha tomado todas las instituciones del Estado donde no existe separación de poderes, maneja a su antojo a las fuerzas militares y ha logrado crear una red de apoyo callejero, aunque cada vez más débil, a través del clientelismo y la compra de lealtades con puestos de trabajo y hasta bolsas de alimentos ideales para un país de hambrientos.
Por eso no hay alzamientos militares con la cúpula chavista ni revueltas de peso en las calles, ni siquiera tras el escandaloso robo de las elecciones de julio del 2024 que debieron llevar al poder a Edmundo González Urrutia, en alianza con la luego Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado, a quien se le impidió ser candidata presidencial a través de un sistema electoral manejado como títere por el régimen que ha acabado con la independencia de todas las instituciones.
Sin duda, el mayor desastre que ha ocasionado el cuarto de siglo de tiranía comunista en Venezuela es de índole humanitario no solo por las personas que permanecen en el país y no tienen comida para llevarse a la boca ni medicinas básicas para tratar sus males, sino por la gente que ha migrado hacia países vecinos en las peores condiciones, incluso con sus hijos en brazos. Son casi 10 millones de personas, y esto es una verdadera tragedia, que es de entera responsabilidad de un régimen que parece estar en sus horas finales.
En este fin del 2025, el chavismo está cada vez más solo. En la región apenas le queda el apoyo de otras dictaduras pestilentes como las de Cuba y Nicaragua, y el que le brinda un personaje tan pintoresco como patético como el presidente colombiano Gustavo Petro, que incluso ha ofrecido las tropas de su país para ponerlas del lado de Maduro. La lógica indica que el desplome del chavismo tendría que ser inminente, en cuestión de semanas. Por el bien de millones de venezolanos, de la región y del mundo, ojalá.




