Se han cumplido cinco meses desde el golpe de Estado dado por el ahora recluso Pedro Castillo y llama la atención que este sujeto aún cuente con el apoyo de mandatarios como los de México y Colombia, que habiendo sido elegidos democráticamente, insistan en sacar cara a nivel mundial por quien quiso adueñarse de un Congreso legítimo y de sistema judicial en su totalidad.
Los ciudadanos países como los mencionados, y de todos aquellos que tengan gobiernos que apoyen al golpista peruano merecidamente detenido, deberían estar muy atentos con lo que hagan sus mandatarios con escasa vocación de respeto a la democracia y la separación de poderes.
No es broma ni “gesto político” apoyar a un golpista. En las últimas horas, el mandatario colombiano, Gustavo Petro, ha dicho que es el superior jerárquico del fiscal general, algo que no es cierto y que da una visión de la distorsión que sufre el exguerrillero respecto a lo que es la separación de poderes en su país.
Con mandatarios como los mencionados, queda claro que la democracia en la región está en peligro no por militares que sueñan como adueñarse del poder como sucedía en los años 60 y 70, sino por izquierdistas trasnochados que tras el golpe del peruano, se han quitado la careta ante los ojos del mundo.