Mis amigos de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) han organizado en Lima unas jornadas sobre “Los futuros de la Educación superior: digitalización y empleabilidad” (26 y 27 de mayo) con el fin de abordar las grandes transformaciones que la modernidad líquida ha impuesto a la educación superior en el mundo. Varias conferencias magistrales, seis mesas redondas y un módulo especial sobre la educación superior a distancia ofrecen un panorama amplio y claro sobre la transformación digital global y cómo las universidades juegan un rol fundamental en este proceso modernizador enmarcado en la sociedad del conocimiento.

En efecto, la universidad del siglo XXI será la gran protagonista de la transformación educativa siempre y cuando se respete el concepto de “autonomía responsable”. Escribo estas líneas desde Navarra, donde mañana formaré parte de un tribunal de tesis doctoral sobre la importancia decisiva de la autonomía universitaria como fundamento de la misión educativa. Los académicos sabemos que el conocimiento solo puede germinar en un ambiente de libertad e independencia. Con todo, la gran amenaza de nuestro tiempo se presenta bajo el ropaje de un relativismo evanescente que busca construir una tiranía donde se imponga lo políticamente correcto de manera directa o sibilina.

Contra todo esto hemos de luchar desde las universidades verdaderamente libres. Las nuevas tecnologías y la educación on line actuarán a manera de katejon, de barrera contra esta tiranía de lo políticamente correcto que, bajo el prurito de la híper regulación, pretende estandarizar aquello que en esencia debe ser distinto. Solo en un ambiente de libertad la razón despliega sus alas y transforma el mundo. He aquí el gran reto para todos los que creemos que construyendo universidades de calidad alcanzaremos la verdadera libertad.

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