El gobierno que asuma las riendas del Perú a partir del 28 de julio encontrará un país con la economía y la moral colectiva devastadas a causa de la pandemia. Por eso, lo peor que nos podría pasar sería que la próxima elección la gane cualquier irresponsable que para recibir el aplauso fácil en medio de tanta necesidad, aplique el recurso de la farra fiscal que, a la larga, sin duda, sería un “remedio” mucho peor que la propia enfermedad.

Ya están por allí los que ofrecen plata en efectivo por un año, el dinero de la ONP, liberar los fondos de las AFP y de las CTS. Verónika Mendoza no ha descartado sacar la “maquinita” del baúl de los malos recuerdos para imprimir billetes, mientras que una propuesta de George Forsyth pasa por destinar el 20 por ciento de los fondos privados de pensiones a un fideicomiso para “financiar el desarrollo”, lo cual generaría un gran riesgo para los futuros pensionistas.

Si en los próximos comicios elegimos un gobierno con una vocación populista, demagógica e irresponsable como la que muestra el actual Congreso, que dios nos coja confesados. Habrá “fiesta” un año o dos, pero luego vendrá el momento de pagar las facturas del mal uso de los recursos. Es lo que suele ocurrir con los regímenes populistas: bonanza y plata para todos al inicio; para que más tarde no haya ni cómo cubrir el sueldo de policías y enfermeras.

En el Perú deberíamos estar curados de estas malas experiencias. Recordemos especialmente el primer gobierno de Alan García, un mandatario que al inicio fue aplaudido a rabiar por la “medidas económicas” dictadas entre 1985 y 1986 -siempre amparadas en el populismo tercermundista y el uso de la “maquinita”, lo cual generó una falsa bonanza-, para luego ser víctimas de una debacle financiera de la que nos costó muchísimo salir.

Es comprensible que haya necesidades en millones de familias peruanas. La pandemia ha traído abajo mucho de lo avanzado. Sin embargo, no seamos otra vez víctimas de políticos sin visión de Estado, de futuro. No pongamos en Palacio de Gobierno a un presidente con un ADN similar al de la mayoría de nuestros congresistas elegidos hace apenas un año. Sería una nueva tragedia para un Perú que debe ser reconstruido y levantado de manera responsable.