Casi quince días han pasado desde que se difundió la noticia del caso de robo de bebés recién nacidos en Cusco y parece que el Perú ya se olvidó del tema. Como padre de familia me llenó de indignación e impotencia ver cómo una mafia se robaba sistemáticamente a bebes de familias de escasos recursos pero me dolió más la indiferencia de una sociedad que ha normalizado estos crimenes tan horrendos. Por un lado, el silencio del gobierno y la clase política es muestra de la inexistente preocupación por proteger a nuestros niños y por otro, la mayoría de medios de comunicación, opinólogos e influencers que tomaron el caso como una anécdota. Así comprobamos que el rating se impone sobre lo justo.

El robo de bebés recién nacidos no es un caso aislado de Cusco sino que representa una parte de una mega red de trata de personas que opera también en nuestro país. Frente a este hecho, donde hay pruebas de sobra, el Estado no ha tomado ninguna medida preventiva para proteger a nuestros niños en los hospitales de todo el pais. Peor aun, el Poder Judicial por intermedio de la jueza Zulay Sánchez ordenó la liberación de Doris Rosa Huayhua Mamani acusada de liderar la mafia de roba bebés. Ella está libre pese a que se encontró en su teléfono la confirmación de venta de al menos 20 bebés cusqueños. El mensaje parece estar claro para todos nosotros: Políticos, autoridades, jueces, policías y fiscales no se preocupan de nuestros hijos, ni de nuestras familias.

Este abandono ha permitido que las mafias se apoderen de nuestro día a día y que la sensación de inseguridad sea generalizada. Una madre que acaba de dar a luz no deberia pasar por el proceso traumático de tener que defender a su bebé dentro de un hospital o posta pública. Necesitamos estar seguros en nuestro pais, es hora de tomar acciones concretas y enfrentar a los cobardes o cómplices que permiten que las mafias atenten contra nuestros hijos.

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