La relevancia de la seguridad ciudadana es el tema que todos los candidatos presidenciales van a abordar en sus planes de campaña; algo que también deberían considerar los postulantes a diputados y senadores, más aún quienes intentan una reelección gracias a la bicameralidad.

La criminalidad aumentó en los últimos cinco años y, como era de esperarse, nadie tuvo la varita mágica de frenar su avance. Claro, no se trata sólo de reaccionar sobre el delito, sino que es necesario analizar las investigaciones sobre el origen de este fenómeno social.

Empíricamente, podemos echarles la culpa a los poderes del Estado de que la ola delincuencial no parará por varios factores: leyes de dudoso origen, falta de mano dura, desinterés de autoridades, sistema de justicia enclenque, fronteras coladeras y todo lo demás.

Algunos postulantes dicen que su experiencia en gestión gubernamental nos salvará del crimen; pero, no existe administración ciento por ciento exitosa en el país. Y si vamos a regiones tampoco podemos rescatar la excelencia en el trabajo de prevención, ¿o me equivoco?

Los electores tendremos que evaluar qué se pudo, puede o podrá hacer en los próximos cinco años para controlar la delincuencia. No basta con proponer leyes -que no se pueden cumplir- como la pena de muerte, sino que urgen planes de corto, mediano y largo plazo bien elaborados.

Esperemos que en las próximas semanas tanto los candidatos al máximo cargo público como los aspirantes a diputados y senadores expliquen cómo y cuándo ejecutarán un plan de prevención frente a la delincuencia, sin descuidar las acciones represivas de los policías. Sin esto, vamos a perder más vidas en cinco años venideros.