"Magallanes" ha ingresado a la cartelera local tras ganar dos importantes premios en el 19° Festival de Cine de Lima: a mejor actriz (Magaly Solier) y mejor película votada por el público. Galardones que le vienen muy bien al cineasta debutante, el reconocido actor nacional Salvador del Solar.

Basada en una novela corta de Alonso Cueto, esta ópera prima de Del Solar, coproducida con Colombia, narra la historia de un perdedor. Magallanes (bien encarnado por el mexicano Damián Alcázar) lleva una vida aburrida desde que dejó el ejército. Pasa las horas trabajando como taxista en Lima y asistiendo a un coronel retirado y enfermo (el argentino Federico Luppi) que fue su superior. Un día Magallanes cruza su camino con Celina (Solier), una mujer que conoció en los violentos años de su ejercicio como soldado en Ayacucho, cuando luchaba contra Sendero Luminoso. Ella era entonces un niña y fue secuestrada por los militares.

Tan inesperado reencuentro, después de tantos años, con ese pasado oscuro y terrible que parecía haber olvidado, impulsará al protagonista a embarcarse en una arriesgada aventura para ayudar a Celina, quien está a punto de perder el local donde ha abierto una peluquería. La urgencia para conseguir una buena suma de dinero lo más rápido posible y redimirse de las culpas de otro tiempo envolverán a Magallanes en una intriga complicada y peligrosa a la vez.

Tan auspicioso debut de Del Solar detrás de cámaras merece atención porque su relato está narrado con cuidado y precisión. La preocupación por construir una historia coherente, anclada en un pasado violento y crítico, con personajes que resulten creíbles, se nota desde las primeras imágenes, en que vemos a Magallanes conduciendo su taxi por la ciudad o asistiendo al viejo coronel. Esa casual visión de Celina ocurre rápidamente y es el hecho crucial que activa el drama.

LA MIRADA ATENTA. Acierta el realizador en la atenta observación de sus personajes, de sus miradas y movimientos, del entorno en que subsisten. Y, por ende, resulta muy importante dramáticamente el accidentado recorrido que emprende Magallanes en busca de la redención. Al principio da la impresión de que el ex militar quiere sacar únicamente provecho propio de las acciones ilegales que comete. Sin embargo, la búsqueda de Celina -tras volver a verla- y el seguimiento que hace de sus pasos fortalecen considerablemente la intriga.

Hay un impecable lado policial en la narración que Del Solar ejecuta con habilidad, sobre todo en la secuencia en que Magallanes, vigilado de cerca por unos agentes del orden, debe entregar el dinero a unos 'secuestradores' y se moviliza por una serie de lugares, incluyendo el mercado de Polvos Azules. Aquí el trabajo de la cámara es fundamental.

Igualmente, poseen fuerza las escenas que comparten Magallanes y Celina, especialmente aquella en que el taxista la saca de un apuro en su peluquería y que conduce a otra más significativa que concluye en el descubrimiento que hace ella de la verdadera indentidad de él tras el corte de cabello y la afeitada. Son momentos en los que la puesta en escena se carga de emoción.

El punto más débil del relato es el personaje del hijo del coronel, encarnado por Christian Meier, esbozado con lo justo y sin una presencia sustanciosa. No ayuda la discreta caracterización de Meier, a quien no le puede reprochar nada porque tampoco puede hacer mucho con las escasas posbilidades de lucimiento de su rol.

Los protagonistas, en líneas generales, están notables. No solo Damián Alcázar, quien tiene una enorme facilidad para meterse en la piel de los personajes que interpreta, o Magaly Solier que logra transmitir muy bien la fragilidad de Celina, pero también una inusitada fuerza interior. Al veterano Federico Luppi le ha tocado un papel complicado que saca adelante con la gran expresividad que lo caracteriza y que, ciertamente, domina.

Entre los actores secundarios, el profesionalismo del colombiano Jairo Camargo como jefe de Policía, de Tatiana Espinoza -la hermana de Magallanes-, de Rodrigo Sánchez Patiño, Tatiana Astengo o Paul Ramírez es indiscutible. Sin embargo, quien se lleva las palmas es Bruno Odar con su estupenda personificación del amigo y ex colega de armas del taxista.

Ojalá el público responda al esfuerzo de hacer un cine serio, bien hecho, competente. Esperamos, asimismo, que Salvador del Solar, sin dejar de colocarse delante de las cámaras, continúe su labor como director. Tiene futuro.

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