En este 2024 que despedimos hoy, es evidente que la lucha contra la inseguridad en las calles, el principal problema que aflige a los peruanos desde hace varios años, es una tarea pendiente, pues la situación no ha sido afrontada por un Estado en su conjunto que no camina al ritmo del incremento de la violencia que se traduce en asesinatos, robos, extorsiones y secuestros con consecuentes torturas y muertes.

El Estado sigue a la deriva, sin conducción y dando palos de ciego. No hay una estrategia ni en el Ejecutivo, Legislativo ni el sistema de justicia, que en Correo creemos que radica el principal problema que no es afrontado debidamente para no colisionar con la sacrosanta “autonomía” del Ministerio Público y el Poder Judicial.

En el 2025 que se inicia en pocas horas, el país no puede seguir a merced de la delincuencia mientras las autoridades no saben qué hacer, miran a otro lado y se tiran la pelota.

Lamentablemente, no se puede pedir mucho a la presidenta Dina Boluarte, quien como jefa del Estado tendría que ser la llamada a liderar la lucha contra la criminalidad, pues su prioridad es sobrevivir en medio de la marea de escándalos que la agobian.

Nos gustaría despedir el 2024 con esperanza, viendo una luz al final del túnel en la lucha contra la delincuencia. Sin embargo, lamentablemente, las cosas no vienen bien y es nuestra obligación advertirlo. Quizá desde el 2026, si votamos bien, las cosas puedan cambiar.