Desde el momento en que se aprobó la denuncia de traición a la patria contra Pedro Castillo, algunos dijimos que se trataba de la denuncia más absurda y por ende menos válida de todas las que se le podían hacer al mandatario desde el Congreso. Otros, desde luego, fueron menos diplomáticos y sencillamente calificaron a la denuncia aprobada por la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales como un “mamarracho”. La palabra estuvo flotando todos estos días en las redes sociales.

Pero es que la declaración de Castillo en aquel programa de CNN no podía ser la contundente demostración de tal atentado contra lo que dictamina la Constitución. Aquí no había elementos, sencillamente, para sustentar la comisión de un delito de tal magnitud, como más de un especialista lo advirtió durante estas semanas. Y la bochornosa presentación del procurador del Congreso días atrás en el Tribunal Constitucional ya adelantaba lo que ahora acaba de ocurrir: el máximo tribunal ordenó anular el proceso por traición a la patria iniciado en el Parlamento contra Castillo.

El congresista liberteño Diego Bazán fue el más entusiasta con esta denuncia que ahora ha pasado a ser una especie de hazmerreír para el sector cercano al oficialismo. Él sustentó incluso el informe de esta denuncia. ¿Y ahora? Hasta que esta columna era escrita, el legislador de Avanza País, quien suele ser muy hablantín en los medios de comunicación, no se pronunciaba sobre este revés.

El problema es que la oposición le ha regalado una victoria a Castillo, y en momentos en que justamente la OEA se encuentra en nuestro país cumpliendo su misión. No se trataba de buscar anotar un gol “sea como sea”, ya que andamos en modo mundialista. Habiendo tantos asuntos por los que poner contra las cuerdas a Castillo, gastan “municiones” en una de las acusaciones que no tenían futuro alguno. Por eso el presidente sobrevive pese a todo.