La memoria es la capacidad que nos permite conservar el recuerdo de lo sucedido y se asienta en datos puntuales, sobre todo la memoria colectiva, que es muy dinámica y debatida.

El error en los datos puntuales impide el reconocimiento, por ende, impone una versión del pasado fallida. Así se genera un vacío que en el presente algunos aprovechan utilizando la memoria individual, a fin de sensibilizar por intermedio de las comunicaciones, para bien o para mal.

Normalmente los comerciantes de información aprovechan este vacío y juegan con la memoria de la sociedad. Es allí donde se alojan los falsos meteorólogos. ¿Qué se gana al decir que tenemos la temperatura más baja en lo que va del año, si estamos yendo al invierno? Se gana entrar a la memoria individual de la célula de la sociedad que es el ser humano y este, usando su memoria individual, genera una confusión entre los demás, creando explicaciones erróneas: hace más frío que el año pasado, antes no me dolían las rodillas de tanto frío, a mi perro le tuve que poner zapatitos, etc., pero sin solución colectiva.

Si con antelación aprovechamos la memoria colectiva para prevenir el frío, la solución sería más barata y menos traumática. Se puede afirmar con certeza que la información sobre las bajas temperaturas es normal, y que hay años con fríos severos y no necesariamente causados por fenómenos nuevos como quieren dejar que pensemos. En años como 1972, 2007 y 2013 existieron temperaturas bajas extremas en la estación meteorológica más antigua, la de Jesús María. De actuar así, el frío pasaría desapercibido porque nuestra memoria colectiva ya estaría preparada como la de otros seres humanos en ciudades más frías.Pronosticar no es asustar ni debemos asustarnos a pronosticar. Con mejores datos, la memoria colectiva puede ser una herramienta para afrontar nuestra realidad, no solo para adaptarnos al clima, sino para la vida misma.

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