El segundo mensaje presidencial al que Dina Boluarte está obligada por mandato constitucional ha sido de los más largos, pero también de los más vacíos de contenido político y sin propuesta de construcción de país.

El mensaje fue un listado de obras y tareas a las que toda administración está obligada, mientras reafirmaba su alianza con las fuerza que, políticamente, dominan y controlan este ilegítimo Congreso. Igualmente deslindó con el gobierno de Pedro Castillo sin la menor autocrítica, aunque fue elegida en la misma fórmula presidencial.

No hubo una sola línea respecto de las grandes movilizaciones sociales de hace año y medio, sobre todo del sur del país, nada respecto de las investigaciones sobre las casi 70 muertes ocurridas, entre ellos 49 asesinados, según diversos informes de organismos internacionales.

Cuando se refirió a posibles inversiones enfatizó el impulso a proyectos mineros, varios de los cuales carecen de licencia social y han sido fuente de serísimos conflictos sociales.

Fue un mensaje lleno de ausencias y carente de propuestas políticas. Se mantiene como socia subordinada de la alianza política que ejerce la dictadura congresal y busca asegurar su permanencia hasta el 28 de julio del 2025. Luego nada garantiza su mandato pues carecerá de la capacidad de disolver el Congreso, que podrían prescindir de ella.

La lectura de un discurso por 5 horas sin nada que plantear de cara al país, solo aumenta la lista de veleidades de una presidenta que se esconde cuando en la economía y la sociedad del país se amplían las profundas brechas sociales, políticas y humanas que abren camino al cambio, más temprano que tarde. Nos corresponde estar a la altura de los retos.

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