Naranja agria
Naranja agria

Más allá de gustos o fobias personales, lo cierto es que existe una alta probabilidad de que el fujimorismo sea uno de los principales animadores de la elección presidencial de 2016 y ello explica la actual escaramuza entre algunos de los representantes más mediáticos de Keiko Fujimori y su padre, quien a través de su abogado ha entrado en un muy publicitado curso de colisión con su principal heredera política.

La razón: forzar a Keiko a negociar espacios en las futuras listas, tanto municipales y regionales (2014) como generales (2016), para algunos alfiles leales al exmandatario. Muchos en tienda naranja creían que con el repliegue de Jaime Yoshiyama -quien dejó hace poco la Secretaría General de Fuerza Popular, el partido de Keiko- las divisiones cesarían, pero no fue así. Alberto tomó la iniciativa y se ha cuidado de que la prensa que cubre su juicio por los diarios "chicha" descubra y difunda algunas apuestas suyas de cara a la elección municipal de octubre. Más que revelar sus cartas, Fujimori alardea de una influencia más aparente que real, dejando en mal pie a Keiko ante sus adversarios políticos, quienes aprovechan para golpearla. El mensaje es claro: "Si no me escuchan puedo hacer mucho daño", intenta decir.

Al Perú le conviene un fujimorismo comprometido de verdad con los valores democráticos y con rostros frescos que ayuden a dejar atrás los años 90. Esto, que para muchos será imposible, es el gran reto de Keiko, una candidata que lidera las encuestas y exhibe un sólido 25% a nivel nacional, pero sabe que necesita atraer a otros sectores para sumar así la mitad más uno de los votos que le permitan alcanzar la presidencia. ¿Cómo llegar más allá si papá Alberto y Kenji limitan su capacidad de maniobra?

Hace tres semanas, el partido naranja eligió a su nueva dirigencia nacional, todos "keikistas" a capa y espada. Hubo renovación, pero pocos se enteraron porque Alberto y su 'combo' -cartas y nombres de probables candidatos- le birlaron protagonismo. Esa será la tónica hasta que Keiko encuentre un canal de negociación con su padre y consiga atenuar el conflicto -¡esta semana nomás los congresistas Becerril y Díaz Dios se agarraron de las mechas con el abogado del exmandatario!-, ¿pero cuánto de ello la perjudicará ante la necesidad estratégica de "aggiornarse" para los tiempos que vienen? Misterio naranja.