Luego de la aparición de los “vladivideos”  en el año 2000 nuestro país se vio sumido en una profunda crisis institucional que provocó la caída del gobierno del Presidente Alberto Fujimori. También se puso en cuestión el sistema, pues muchos sectores reclamaban el retorno a la Constitución de 1979. Durante el gobierno de transición de Paniagua, se constituyó una “Comisión de Estudio de las Bases de la Reforma de La Constitución”, que planteó: declarar la nulidad de la Constitución de 1993; un referéndum para el retorno a la Constitución de 1979 y una reforma total de la Constitución de 1993 retornando a la Constitución del 79 que sería objeto de reformas. Dichas alternativas no se concretaron.

A pesar de los enconos políticos, se entendió que la Constitución, aun teniendo un origen vinculado al poder de turno (Congreso Constituyente Democrático que dio origen a la Constitución del 93 estuvo conformada en un  49.23% por miembros de la coalición Cambio 90-Nueva Mayoría), cumplió un rol pacificador y sus mismas normas posibilitaron una salida democrática a la crisis institucional. Incluso permitió apartar del poder al gobierno fujimorista que se asumía como autoritario.

No era un momento constituyente. Estos surgen en situaciones de quiebre, por ejemplo, cuando se recuperó la democracia luego de la funesta dictadura comunista-militar de Velasco y Morales Bermúdez, o la salida al autogolpe de Fujimori  provocado por las graves consecuencias generadas por la hiperinflación de los años 80 y el terrorismo asesino de aquel entonces. Los momentos constituyentes surgen dentro de un espíritu de consenso para hacer  viables las aspiraciones plasmadas en la futura Constitución, condiciones que hoy no se dan en el país.

Vemos un orquestado coro de dirigentes comunistas que de la mano del  gobierno gestan un “paro” exigiendo irresponsablemente el cierre del Congreso y nueva Constitución, acusando de golpistas a quienes no estamos de acuerdo con la pésima gestión Castillo. Deben entender con civismo que no hay democracia sin Congreso y sin Constitución. Rechazamos su intención de canjear democracia por poder absoluto en perjuicio del  pueblo peruano.

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