Las últimas decisiones del presidente Pedro Castillo apuntan, aparentemente, a terminar con la inestabilidad política y económica en el país, escenario al que nos llevaron su improvisación y pésima elección del gabinete ministerial encabezado por Guido Bellido. Todo indica que ha sido pragmático para afrontar la crisis derivada de sus malas decisiones y para entender aquellos aspectos que la ideología no soluciona.
Lo que preocupa es la presencia de Luis Barranzuela al frente del ministerio del Interior. Sus servicios a Vladimir Cerrón y Perú Libre en materia legal echan sombras sobre su independencia en estos momentos que la justicia dispuso prisión y ordenó la captura de piezas claves de “Los Dinámicos del Centro”. Si estos pertenecen a los niveles 2 y 3 de la organización criminal, es lógico que el presunto cabecilla (Cerrón) les seguirá los pasos en los próximos días. Ante esta coyuntura, es natural que nos inquieten determinados antecedentes de este ministro.
En tanto, la complejidad de la crisis no tiene fácil solución. Se requiere de un acuerdo social para replantear las bases de la gobernabilidad. Y para ello se necesita transparencia y un plan que se debe ejecutar sin desnaturalizarlo con iniciativas extremistas como el de cambiar la Constitución. Esperemos que la prioridad del Gobierno y el nuevo gabinete ministerial sea trabajar para el bienestar del día a día de los peruanos y no impulsando una Asamblea Constituyente. No se puede seguir experimentando con un país, pues ello significa experimentar con el futuro y la vida de millones de personas.