La vorágine de eventos en nuestro país no puede inducirnos al olvido ni al perdón. Estamos saliendo de un funesto periodo de desgobierno, caos y corrupción provocado por una gavilla de delincuentes que lo único que hizo bien durante su periodo de gobierno, fue destruir la institucionalidad desde adentro y fracturar el país. En este esfuerzo, a Castillo lo secundaron personajes como Evo Morales, su corifeo, y el hasta hoy gobernador regional de Puno, con su obnubilado esfuerzo de escisión en el sur del país.

Dicho esto, ¿dónde está la PCM, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Policía Nacional, los servicios de Inteligencia y la Fiscalía para detener esto? ¿O seguiremos de perfil jugando al gran bonetón? La Constitución en su artículo 43, establece claramente que el Estado es indivisible. El artículo 44 die que es un deber del Estado el defender la soberanía nacional. Asimismo, está clara la no tolerancia de injerencia extranjera en asuntos internos de nuestro país.

Recientemente la Cancillería promovió el retiro del embajador de México de nuestro territorio por dicho motivo, cosa que está bien. Empero, que se tomen medidas para evitar el ingreso al país de Morales y el juzgamiento del actual gobernador de Puno por promover la escisión del territorio nacional mediante su tesis de establecimiento de un Estado plurinacional.

¿O es que debemos esperar a que un problema nos reviente en la cara para tomar acciones correctivas? Pasemos de la política de apagar incendios a la prevención del conflicto y la solución del problema. No nos concentremos en el efecto que esto generará. Ataquemos la causa.

¡Despierta, Perú….despierta!

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