El papelón infame protagonizado por un grupo de congresistas que no vale la pena ni mencionar, que demostraron estar en la mera calle y desconocer las funciones básicas del Banco Central de Reserva (BCR), al extremo de que a su presidente, Julio Velarde, le exigían adoptar medidas relacionadas con el empleo, las exportaciones y tributación que no corresponden a dicha entidad; debería generar un amplio debate sobre los candados que tendrían que existir para quienes postulen al Poder Legislativo.

No podemos tener a ignorantes y casi iletrados como los que hemos visto hace unos días, realizando funciones tan importantes para el país como son las que en teoría cumplen los legisladores. Un poco más y piden que el BCR otorgue tarjetas de ahorros y préstamos sin intereses para los informales porque tiene varios millones de reservas en dólares y oro. ¿De dónde salieron estos señores? ¿En verdad el Estado les paga a ellos y a sus asesores para que demuestren que no saben ni dónde están parados?

Incluso un congresista se puso faltoso con Velarde y le recordó con mala intención el sueldo que recibe todos los meses por estar al frente de una de las pocas entidades públicas que se maneja con profesionalismo y criterios de meritocracia, y que ha sido reconocida internacionalmente por el excelente trabajo que realiza. Ese pobre hombre al que más bien debería darle vergüenza ser legislador y cobrar por dar muestras de su ignorancia, fue el que preguntó qué hacía el BCR por generar empleo en el país. No es broma.

Recordemos que cuando ese otro iletrado llamado Pedro Castillo tomó el poder en 2021, quiso sacar, junto a su presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido -sí, este personaje ha sido premier- a Velarde el BCR, quizá para llenar la institución con recomendados de Bruno “20 mil dólares” Pacheco, profesores sindicalista que solo saben pedir aumento y choferes de combi pirata como el hoy prófugo Juan Silva, quien fue colocado como ministro de Transportes y Comunicaciones.

Debería abrirse un debate amplio y responsable para mejorar la calidad de los congresistas que tenemos, y más si desde el 2026 volveremos a contar con un Senado como “cámara reflexiva”. Hacer leyes, representar y fiscalizar no puede estar en manos de gente que en teoría podría no haber terminado ni la primaria o que jamás en su vida ha trabajado. Estas personas no pueden estar faltándole el respeto ni estafando a los ciudadanos que, valgan verdades, también son responsables por votar por semejantes impresentables.