“Nuestro Perú vive una crisis que está generando mayor inestabilidad por la decisión del Congreso de encargar una investigación “de carácter sumario”, en 14 días, aludiendo “causales graves” que habrían cometido los miembros de la Junta Nacional de Justicia y que eventualmente podría llevar a la destitución de sus integrantes.”
Lo referido en el párrafo precedente es: ¿Un nuevo mensaje de la CIDH? ¿Un manifiesto del Partido Morado? ¿Declaraciones de algún político de la oposición al gobierno de Dina Boluarte? No, se trata del párrafo inicial del reciente mensaje de la Conferencia Episcopal Peruana.
Es algo desconcertante, por decir lo menos, que quienes representan a la Iglesia Católica en el Perú no tengan el más mínimo recato, la reserva o prudencia cuando hablan de algo tan mundano como la política, y que se involucren en ella con la misma pasión que los feligreses, contagiados por odios y rivalidades que dividen a los peruanos. Después de años de intromisión de algunos prelados en la contienda política, esto ya ha pasado a mayores. Es una falta absoluta de respeto por los valores religiosos, en un pueblo como el nuestro con profundas convicciones religiosas.
Como oficial en retiro de las FF.AA., no he olvidado nunca que no puedo referirme a temas que pongan en riesgo la seguridad nacional, y que no puedo poner en discusión valores consagrados de la peruanidad o el respeto que se merecen nuestros héroes y símbolos patrios. En el mismo sentido, un sacerdote debe conocer límites y no fomentar la discordia y el enfrentamiento con opiniones políticamente parcializadas. La fe es un asunto muy delicado, con la fe no se juega. Que quienes están obligados moralmente a fomentar la unidad y el entendimiento entre peruanos y cristianos incumplan con sus obligaciones, es nefasto.
Si tanto les gusta la política hagan como Salomón Bolo Hidalgo, el famoso Cura Bolo: cuelguen los hábitos, ¡¡formen su partido o afíliense a uno y listo!!