Oishii, un déjà vu
Oishii, un déjà vu

Por Javier Masías @omnivorusq

Qué raro es ir a un restaurante nuevo y sentir que lo conoces desde siempre. Notar cuando lees la carta que casi todo lo has probado y que casi todo te gusta. ¿He estado en Oishii antes? ¿Lo he experimentado en otra oportunidad? La primera vez que probé lo que estoy comiendo ahora fue en Toshiro’s, el icónico restaurante de Toshiro Konishi en el segundo piso de un casino en la avenida Conquistadores. Ahí estaban las mismas conchas con maca y tobiko (en Oishii valen S/.33), el caracol al shoyu y algas (S/.27), el taconuta de pulpo con salsa agridulce (S/.32) y un nisakana inolvidable (S/.45), por lo simple y extraño: el pescado se cuece en shoyu, sake y kion, y no queda jugoso, pero la textura no estorba y se compensa con un sabor pleno.

De la mano del mismo cocinero, algunos de los platos que se servían ahí se fueron a Asia, a un lugar llamado Toshi, mucho más festivo, en el que iban y venían botellas de champagne mientras uno intentaba concentrarse en algunos cortes de sushi y varios rolls. La ocurrencia se reprodujo, una vez más, en Mesa 18, en el hotel Miraflores Park Plaza. Estos dos últimos proyectos ya no existen, pero sigue abierto el primer local en San Isidro, arriba del casino Mandalay. Si la carta es casi idéntica, ¿era realmente necesario repetir una vez más casi toda la propuesta de San Isidro en Miraflores?

Detengámonos en esto un momento. Miraflores debe ser uno de los distritos con más establecimientos de rango medio y alto dedicados a ofrecer comida japonesa y nikkei de todo Lima, pero no por eso esas tradiciones están bien representadas. En Maido, apenas a unas cuadras, han retirado la carta japonesa, algo de lo que probablemente no se ha enterado porque el restaurante está tan repleto que es imposible conseguir sitio. En Ache el problema es otro: la calidad de los ingredientes es todavía comestible, probablemente saludable, pero para nada deliciosa. Los rolls sucumben ante el queso crema, la palta y una salsa acevichada que más parece una inundación de mayonesa. De manera similar ocurre en Edo y en Taiken, muy cerca de ahí, solo que en el segundo establecimiento a veces el arroz está pasado de punto. En Tanuki tienen algo más de cuidado pero hay mucho para mejorar. Es cierto que todos son lugares más baratos que Oishii, y que lograr buena calidad con pocos recursos es una tarea difícil, pero también que lo que ocurre en la mayoría de restaurantes japoneses hace que a uno le den ganas de ver la carta de Toshiro’s en más lugares, al menos en Miraflores, San Borja, Surco y La Molina. Si ese supuesto se hiciera realidad, la redundancia sería solo aparente.

Por otro lado, la experiencia no es exactamente igual. Oishii es muy informal y el mobiliario es austero, pero es fresco y mucho más habitable que el espacio de San Isidro. Los precios siguen siendo altos, pero se justifica la calidad. Un detalle que llama la atención es la aparición de platos mucho más criollos, un nikkei inédito para quienes seguimos el desarrollo de Konishi. De estos he probado dos, un arroz con pato (S/.54) y uno con mariscos (S/.54). Ambos estaban buenos, y sin duda gustarán al gran público, pero estoy seguro de que sus seguidores más fieles concordarán conmigo en que no es la faceta que buscan. Probablemente ellos preferirán la gyoza de berenjena rellena de chancho y langostino (S/.36); el tempura mixto, quizá el mejor de la ciudad (S/.45); o el kama de salmón o de mero (S/.58), un corte de cuello y cachete, solo salado y cocido en salamandra, con nabo crudo y un pelín de kion rallado, que se acompaña con shoyu y limón para exprimir. Qué cosa tan simple, transparente y ocasionalmente perfecta. Quizá lo que confunde en este lugar no es solo la repetición de referencias de la otra carta sino algo más profundo: que uno puede comer estos platos muchas veces y sentir que ya los conoce, pero que a pesar de ello sigue siendo como la primera vez.

Oishii

Av. Armendáriz 480. Miraflores. Telf. 444-2634. De lunes a sábado, almuerzo y cena. Domingo, solo almuerzo.