Desde el 28 de marzo se sucede una ola de protestas iniciadas a raíz del paro indefinido del Gremio Nacional de Transportistas de Carga contra el alza del precio del combustible, el costo de los peajes y el incumplimiento de los acuerdos del 3 de noviembre de 2021 firmados con el Ministro de Transportes y Comunicaciones. Ha habido bloqueo de carreteras, enfrentamientos en Huancayo con tres muertes, apedreamiento del domicilio de Vladimir Cerrón, ataques a la Municipalidad en Huánuco y enfrentamientos con la policía, así como rumores de saqueos en los mercados Unicachi y Gamarra, entre otros.
Tras sus infortunadas declaraciones, el presidente Pedro Castillo pidió disculpas al haber declarado que “los paros y bloqueos de carreteras malintencionados (sic), han sido pagados algunos dirigentes y cabecillas”, se anunció firmas de compromisos y el levantamiento del paro de transportistas, sin resultados efectivos por la diversidad y dispersión de los gremios.
Los paros y movilizaciones pueden continuar, aunque sin gremios que centralicen y representen con eficiencia las protestas. Sin una organización única y visible, proseguirá el incremento espontáneo desde diversas organizaciones que encuentran en la debilidad del Gobierno, la ocasión para movilizarse y explicitar sus demandas.
Sectores conservadores de derecha levantan demandas golpistas contra el Gobierno de Castillo mientras la Confederación General de Trabajadores del Perú, anuncia una jornada de movilización para el jueves 7 de abril. Ellos necesitan precisar sus demandas sociales a fin de no ser confundidos con los sectores del otro lado de la orilla.
La profunda crisis del país requiere construir actores y representaciones sólidas, proceso indispensable para construir institucionalidad, escuchando a los actores desde abajo en ejercicio colectivo y democrático. De lo contrario, la crisis se convertirá en continua, en endémica.