En la semana que pasó, quedó claro que cuando se trata de lograr un cargo público y tener al menos un metro cuadrado de poder, a un inmenso sector de la izquierda no le importa subirse al carro de cualquier impresentable y maleante. Lo hicieron con el hoy recluso Pedro Castillo en el 2021 y están dispuesto a incurrir en lo mismo en los próximos comicios con el asesino de cuatro policías llamado Antauro Humala.

Recordemos que hasta antes de la primera vuelta electoral, para la izquierda que representaba Verónika Mendoza el profesor chotano era poco menos que un radical y extremista por el que pedían no votar. Una vez que entró a la segunda vuelta se treparon a su candidatura, se tomaron fotos con él, y  olvidaron que era casi un iletrado aliado de los senderistas reciclados del Movadef y que venía apadrinado por un delincuente como Vladimir Cerrón.

Una vez que Castillo estuvo en Palacio de Gobierno destruyendo al Perú, no dudaron en ser sus ministros y funcionarios, mientras que su bancada en el Congreso se encargaba de blindarlo y sostenerlo en el poder. La lista de izquierdistas rendidos a los pies del corrupto y golpista es larga. Hoy que el profesor es un cadáver político, están dispuestos a lavarle la cara y subirse al carro nada menos que de un asesino de policías.

Saben que aún si el “carnicero de Andahuaylas” no logra inscribir su candidatura presidencial debido a sus antecedentes de terror, sí podría colocar un número considerables de congresistas que quizá formen una bancada llamada “los matapolicías”. Por eso, los de Juntos por el Perú no han dudado en aliarse con un criminal, además de machista, racista y sicópata que propone fusilar a medio país e implantar una “religión tahuantinsuyana”.

Son los que se llenan la boca hablando de “derechos humanos”, defensa de las minorías sexuales e igualdad entre hombre y mujer, pero que por un escaño, una vicepresidencia o un ministerio están dispuestos a aliarse con un asesino, homofóbico y misógino. No los perdamos de vista, son los que encabeza el exministro castillista Roberto Sánchez, quien llegó con Congreso en alianza con Verónika Mendoza, una gran aliada de corruptos y sinvergüenzas.