Luego de la lluvia de críticas, el Gobierno retrocedió. Nuevamente se puso de manifiesto que la improvisación es una de las características de la gestión de Pedro Castillo al frente del Ejecutivo. Sus decisiones no son técnicas y mucho menos serias. Por ello, días después del anuncio de la reducción del presupuesto y el número de vacantes del programa Beca 18, dio marcha atrás. Todo quedó como antes, es decir se mantienen las 5 mil becas para los jóvenes estudiosos.

Con estas idas y venidas es evidente que no hay un plan creíble para transformar la educación. Este rumbo sinuoso del Gobierno solo demuestra que el experimento se impone al trabajo bien hecho.

Muchos idealizaron la imagen de profesor de Castillo y pensaron que su gran motivación era mejorar la educación, uno de los objetivos, que de concretarse, impactaría el día a día de los peruanos. Sin embargo, ocurre todo lo contrario. Primero decidió desmantelar un programa que ya tiene diez años y da valiosas oportunidades  a cerca de 400 mil jóvenes talentosos, entre ellos, muchos que no cuentan con recursos económicos. Después, ante la presión de la opinión pública, se retractó. Esta es otra muestra de la improvisación y la desidia del Gobierno. Esta es la durísima realidad a la que nos conduce porque no sabe qué hacer, de tal manera que ya no tiene palabras para disimular lo poco que le importa la educación. Una vez más los repentinos giros y extraños cambios del jefe de Estado nos llevan al caos.

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