La Policía Nacional del Perú (PNP) sigue irradiando poca claridad y notable ineficiencia en torno a la captura del prófugo Vladimir Cerrón. No solo la ciudadanía se muestra impaciente, sino que las recientes declaraciones del comandante general de la PNP Víctor Zanabria han generado asombro y una suerte de incredulidad que bordea lo hilarante. Según Zanabria, la inoperancia de la institución para dar con el paradero del líder de Perú Libre se debe, en parte, a las “habilidades” de Cerrón para evadir las operaciones policiales. Una explicación que, lejos de generar confianza en la capacidad operativa de la policía, parece un gesto de admiración hacia el fugado.

Este tipo de declaraciones no solo revelan la ineficiencia y la incompetencia en la institución encargada de mantener el orden y la seguridad, sino que transmiten un mensaje profundamente derrotista. Una institución con el mandato de ser un cuerpo de inteligencia no puede permitirse caer en justificaciones que contravienen sus funciones y objetivos. A los ciudadanos no les interesa cuán hábil pueda ser un delincuente en su huida, lo que exigen es que se tomen las acciones necesarias para su captura.

Lo que se percibe en este caso es una preocupante falta de estrategia y planificación. La atmósfera en la PNP parece cargada de tensiones internas, lo que podría estar afectando su operatividad. Sin embargo, estos problemas no pueden ni deben desviar a la institución de su principal objetivo: la captura de Vladimir Cerrón.

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