Más allá de la decisión que tome este gobierno sobre el futuro de Petroperú, lo cierto es que esta empresa pública nos ha costado millones de millones de dólares a todos los peruanos que por décadas hemos tenido que mantener vivo con nuestros recursos a este elefante blanco famoso por arrojar pérdidas y beneficiar solo a los afiliados a sus jurásicos sindicatos de trabajadores que han exigido y exigen como si estuvieran en la más eficiente y boyante empresa privada.
El tiro de gracia a Petroperú se lo dio el gobierno de Ollanta Humala, ese “revolucionario” de bolsillo que con sus alucinaciones velasquistas y chavistas sobre la necesidad de contar con “empresa estratégica”, primero intentó estatizar Repsol en 2013 y más tarde, asesorado por politicastros de izquierda y no por técnicos serios, hizo construir una nueva refinería en Talara que ha generado una descomunal deuda impagable que ha llevado al abismo a la petrolera estatal que debió ser privatizada en los años 90.
El sepulturero fue otro “antisistema” elegido por la izquierda como el hoy recluso Pedro Castillo, quien previo pago de un “peaje” en efectivo según el Ministerio Público, puso al frente de la empresa a un inclasificable como Hugo Chávez Arévalo, quien del sector hidrocarburos no sabía nada. El hombre no paró hasta que su amplia ineptitud en la gestión hizo que la petrolera quede con una calificación de “chatarra”, que es como se encuentra en la actualidad.
A eso se suman los excesivos gastos de planilla, los elevados sueldos y beneficios, y las desproporcionadas exigencias de los sindicatos que son los que casi han manejado los destinos de la empresa desde su creación hace más de cinco décadas. Hoy en Correo mostramos que hay un exceso de al menos 900 empleados de los que no va a ser fácil prescindir. ¿Qué compañía pública o privada puede mostrar resultados en azul en estas circunstancias?
Acá tenemos un ejemplo de cómo suelen acabar las empresas públicas, esas que quieren resucitar los que desde la izquierda nos hablan de una nueva Constitución. Es lo que proponen los Cerrón, las Verónikas Mendozas, las Marías Agüeros y todos esos que viven en un mundo paralelo. Allá los que se dejan engañar por esta gente que sueña con volver a Enturperú, Enatruperú, Electrolima, Mineroperú, Enaferperú y todas esas compañías que solo servían para generar pérdidas y dar empleo a los parientes y amigos del partido.