El presidente Pedro Castillo se ha puesto la soga al cuello al asumir oficialmente, tal como consta en un acta del Consejo de Ministros mostrada el último fin de semana, que el Congreso les ha negado la absurda cuestión de confianza planteada por el expremier Aníbal Torres, y que por lo tanto, al haber quemado la “bala de plata”, es cercana la posibilidad de disolver al Poder Legislativo tal como lo hizo el triste y célebre Martín Vizcarra.

A través de “interpretaciones auténticas” y leguleyadas propias de abogados como Félix Chero y Alejandro Salas, el gobierno podría presentar una segunda cuestión de confianza y, según su lógica, de ser rechazada, tendría el camino libre para cumplir su sueño dorado: cerrar el Congreso y convocar a elecciones para generar un nuevo Poder Legislativo con la misión adicional de hacer una nueva Carta Magna a medida del régimen inepto y corrupto que tenemos.

Previo a esto hemos sido testigos de una campaña promovida por el propio presidente Castillo, quien ha tomado como mala costumbre reunirse con “dirigentes populares” que lo único que hacen es ir a Palacio de Gobierno a “exigir” el cierre de Poder Legislativo, aparte de lanzar ataques a la prensa. La mesa está servida para que después el profesor y sus ayayeros digan que solo se hizo lo que “el pueblo” exigía en calles y plazas.

Sin embargo, lo que estarían haciendo Castillo y sus ministros no sería otra cosa que impedir ilegalmente el funcionamiento del Congreso, que sí es una causal de expresa de acusación constitucional. Están empeñados en quebrar la legalidad. Alguien debería decirles a estos personajes que por dárselas de “audaces” y de vivazos, podrían terminar empapelados y hasta en la cárcel. El TC ya ha sido muy claro respecto a las cuestiones de confianza.

Los próximos días son cruciales para el Perú. Es evidente que al régimen no le interesa la legalidad y que en el Ejecutivo están dispuesto a llevarse de encuentro el orden jurídico con tal de salvar al profesor de los casos que afronta junto con su familia, paisanos y allegados, algunos de los cuales lo han delatado. Se vienen horas difíciles para la democracia. Nunca olvidemos quiénes son los promotores del inmenso daño que le pueden causar en breve al país.