La inflación afecta los bolsillos de todos, más aún de los más vulnerables. En 2022, según cifras del INEI, el Perú registró una inflación de 8.56%, la más alta en los últimos veintiséis años; y en el caso de Piura fue de 8.04%. Otras ciudades del norte de nuestro país, como Tumbes, Chiclayo y Trujillo, registraron una inflación de 6.9%, 8.18% y 8.62%, respectivamente; y entre aquellas con las tasas más altas figuran Cerro de Pasco, Huaraz, Ica y Cusco, con 11.76%, 11.4%, 10.71% y 9.89%, respectivamente.

El alto nivel de inflación se debió a una escalada en precios a nivel mundial, producto de la reactivación postpandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania, lo que se tradujo en mayores precios de petróleo, transportes, insumos para la agricultura y alimentos, los cuales importamos y cuyos precios impactan en nuestra canasta básica.

Asimismo, la incapacidad del gobierno de Pedro Castillo para hacerle frente a la situación externa. Cuatro intenciones de compra de fertilizantes fracasadas, lo que lamentablemente se traduciría en mayores precios y escasez de productos. Esta situación se conocía desde los primeros meses del año pasado, por lo que resulta inadmisible que durante todo el año 2022 no se haya concretado la compra de este insumo fundamental para las familias que viven del agro. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial sostienen que, si bien en 2023 las tasas de inflación serán menores que el año pasado, estas serán altas, aún por encima de prepandemia. 2023 no será un año fácil, y nuestras autoridades deben actuar cuanto antes para mitigar los efectos una inflación global elevada y eventuales recesiones en economías avanzadas.

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