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Le entregaron las credenciales como presidente electo y él nos entregó un mensaje de unión y de revolución social: “Todavía nos falta un cambio adicional, que es la revolución social que necesitamos en el país”. Estas frases no vienen de la izquierda moderada ni de la radical, sino de un líder considerado conservador y de derecha, que no dudó en precisar su significado “Igualar a los que viven en los Andes y la Amazonía con la Costa; igualar la educación de los que van a los mejores colegios privados con los que van a los públicos, que son la mayoría; igualar los servicios sociales básicos que debe tener todo ciudadano”.

Muy bien expresados los sueños que conectan con el ideal de desarrollo que une a todos por un país más justo sin bolsones de desigualdad y pobreza extrema. PPK comienza a construir su legitimidad. Por edad, experiencia e inspiración familiar tiene el sentido de la trascendencia, de lograr algo importante desde el poder al que no volverá. Si bien no tiene el gran partido que lo pueda secundar, ojalá sus conocidos operadores políticos asuman su ambición transformadora. Una revolución social se origina en el reclamo de satisfacción de las necesidades básicas de alimentación, educación, salud y vivienda. Los ejemplos más comunes son la Revolución Rusa y el Movimiento de los Derechos Civiles en EE.UU. No suelen incluir la participación significativa de las élites que más bien se dedican a defender el “status quo” y el sistema. Por eso sorprende e impresiona este comienzo socialmente sensible. PPK está logrando traducir sentimientos y esperanzas. Bienvenidas las ilusiones sociales y los compromisos públicos que deberán jalonar, ojalá, el mandato que asumirá dentro de un mes. ¡Mucha suerte!

Solidaridad con Rosana Cueva y Karina Novoa. 

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