La reciente gira del presidente Maduro por Irán, Arabia Saudí, Catar y Argelia no ha dado los frutos esperados. El presidente llanero ha viajado hasta el epicentro de los grandes productores de petróleo del planeta suplicándoles ayuda para sacar al país de la profunda crisis en que se encuentra, pero todo parece indicar que la gira ha sido un completo fracaso. En los discursos que ha pronunciado en estos países se ha dedicado a responsabilizar a Estados Unidos de la caída del crudo, incluso achacándole a Washington la autoría de una conspiración contra Rusia. Realmente una actitud de carácter febril y tan sesgada que por supuesto no la han compartido Arabia Saudí, el mayor productor de petróleo del mundo, ni Catar, los que por supuesto, para no hacerse problemas con las vinculaciones que mantienen con Estados Unidos, han hecho caso omiso al trillado discurso antiimperialista de Maduro. Mientras el viaje presidencial ha sido realmente al vacío, en Caracas la gente ya no sabe qué hacer. Los productos de primera necesidad no están en los supermercados que más bien lucen con anaqueles y vitrinas vacíos debido a la escasez. La oposición, con Henrique Capriles a la cabeza, llama a la gente a salir a protestar contra un régimen que es incapaz de superar la crisis económica. La situación en Venezuela es realmente grave, casi una bomba de tiempo que podría estallar en cualquier momento. Sin duda, el descenso del oro negro se ha tirado abajo cualquier expectativa racional. Maduro quiere ocultar la realidad y eso es imposible. Pronto Caracas será como París en la histórica “Jornada de Octubre” de 1788, cuando las mujeres con ollas en mano fueron hasta el Palacio de Versalles a exigir al rey Luis XVI pan y agua. Ya vimos lo que pasó 9 meses después.