Aunque el programa ya no se graba desde hace seis años, y la secuencia que se incluía en “El wasap de JB” no se emite desde el año pasado, la Sala Superior Civil de Cusco confirmó esta semana la sentencia del Primer Juzgado Mixto de Wanchaq en la que se ordena que, “La paisana Jacinta” no vuelva a transmitirse más en cualquier medio de comunicación.

“Que se abstengan de vulnerar los derechos a la dignidad humana, igualdad y no discriminación, al honor y la buena reputación y a la identidad étnica y cultural de las mujeres andinas a través de la difusión y propalación de la comedia”, se lee en los considerandos de la sentencia.

Una medida justa que pone en el tapete la lucha por desterrar contenidos televisivos que reafirman estereotipos dañinos para nuestra sociedad mestiza y multicultural. Pero así como celebramos este fallo, hay que ser honestos en admitir, que debido a la protesta de las ciudadanas que llevaron su lucha al Poder Judicial, el mismo humorista decidió hace mucho dar por cancelado su popular personaje en una suerte de autorregulación.

Esta decisión también alcanza a otra de sus criticadas caracterizaciones, “el negro Mama”, que generó el justo reclamo de la comunidad afroperuana. Y es allí, en esa toma de conciencia y en la identificación de lo que no se debe hacer, a donde deben apuntar los que están relacionados con generar contenidos en  los medios de comunicación.

Siempre será más saludable rectificar errores, que generarlos, y que estos terminen en el Poder Judicial, que realmente ya tiene demasiada carga procesal para que se dedique a analizar qué espacios televisivos trasgreden las normas.

Porque tras lo ocurrido, hay que ser sinceros, una cosa es tomar como bandera reclamos legítimos y otra muy distinta, que bajo ese pretexto, los juzgados empiecen a inundarse de demandas en los que se acuse a productores y artistas de los delitos más alucinantes, solo con el criterio de que  “eso es lo que a mí no me gusta”.

No se debe permitir bajo ninguna causa que se cuestione la creación artística y se genere una velada censura tergiversando los verdaderos motivos de quienes denuncian a un programa de televisión, que es el de desterrar en las pantallas la discriminación y la violencia en todas sus formas. Eso debe quedar muy claro.