La coyuntura actual nos debe invitar a una profunda reflexión sobre la situación del país, para así encontrar respuesta a la siguiente pregunta: ¿cómo llegamos a este punto de conflicto donde reina la barbarie, el odio y el divisionismo entre peruanos?

Para explicar las circunstancias actuales, debemos recordar el papel que ha jugado un sector del espectro político, en complicidad con los medios de comunicación, las ONG y demás agentes del llamado “bloque antifujimorista”.

No debemos pasar por alto a los líderes de la caviarada, los colectivos antis, los indignados, la generación del bicentenario, ni al periodismo sicario. Recordemos a Verónica Mendoza y a Susana Villarán, y a los cojudignos de la farándula que, elección tras elección, reaparecen como la reserva moral del país para afianzar a sus candidatos. Sin embargo, se hacen de la vista gorda cuando todos los de su grupo son acusados de corrupción.

Ni qué hablar de los falsos valores que socavaron la memoria colectiva e implantaron la aversión y el resentimiento en las nuevas generaciones. Estos mismos falsos valores entregaron el país a las mafias brasileñas con tal de mantenerse en el poder, aparte de torcer la voluntad popular en las últimas elecciones.

No olvidemos que pactaron con el marxismo, leninismo, maoísmo, y cerronismo cuando apoyaron a Pedro Castillo, quien hizo lo que siempre dijo que haría: cerrar el Congreso y dar un golpe de Estado.

Sobre todo, debemos tener presente que han estado coqueteando con el terrorismo de manera tan indignante durante los últimos 20 años: relajaron las penas y leyes, minimizaron los actos de la barbarie de los 80, y peor aún, excarcelaron a terroristas no arrepentidos. Ahora, vivimos las consecuencias. No obstante, aunque han intentado convertir a nuestros héroes en villanos y a los militantes de Sendero Luminoso y el MRTA de asesinos a víctimas, la patria grande y el pueblo que quiere vivir en paz, les ha vuelto a dar la espalda.

TAGS RELACIONADOS